Bolsa de Comercio de Rosario presentó una estimación del negocio del Litio

El monto alcanzado en los despachos del mineral fue el mayor desde que se difundió su explotación.  La llegada de nuevos proyectos y más inversiones, y el avance de la industrialización local en la planta de celdas y baterías a partir del mes próximo.

Mientras las empresas dedicadas a la producción de litio en el país avanzan a paso redoblado extrayendo y exportando el mineral en volúmenes récord, muchos se preguntan cuánto es la parte del león que le queda a la Argentina y en qué medida se puede aprovechar su transformación para el uso interno y la venta al exterior con agregado de valor local.

En la semana, la Bolsa de Comercio de Rosario presentó una estimación, en  base a datos del INDEC que aún no fueron publicados, que en el primer semestre del año se habrían obtenido US$438 millones por exportaciones de litio. De cualquier modo, ese monto aproximado representa un máximo histórico para la primera mitad del año desde que se empezó a explotar el recurso.

De  acuerdo con las estadísticas del organismo oficial y el Sistema de Información Abierta a la Comunidad de la Actividad Minera (SICAM), el valor FOB de los envíos de carbonato de litio sumó en el período sumó US$397,3 millones, en tanto que los despachos de cloruro de litio aportaron alrededor de US$41 millones adicionales.

"Este análisis no tiene en cuenta los factores estacionales de las exportaciones del mineral, pero sirve para tener una dimensión de la magnitud de lo enviado en la primera mitad de 2023, que no sólo sería el importe más alto de la historia a igual período, sino que además, en sólo seis meses, ya se habría superado a la totalidad de cualquier despacho anual desde 2000 hasta 2021", aclaran en el informe de la BCR.

La Argentina cuenta con grandes ventajas comparativas para la explotación de este recurso, por su amplia disponibilidad casi en la superficie del suelo en los salares de  varias provincias, y junto a Bolivia y Chile comparte un enorme reservorio que en el sector minero se ha dado en llamar el Triángulo del Litio.

Su uso no es nuevo, y aunque en cantidades más reducidas que hoy, se ha utilizado desde hace un siglo en varios procesos y ramas industriales. Pero el boom se produjo a partir de su aprovechamiento para acumular energía en baterías de aparatos electrónicos, computadoras y celulares. Y desde hace unos años se transformó en uno de los insumos clave para la transición energética hacia una matriz con menos hidrocarburos y más fuentes alternativas y renovables.

No sólo servirá para sus usos actuales hasta que otra tecnología lo sustituya o sea más eficiente, también permitirá abastecer de energía cinética en forma masiva a los vehículos terrestres, sobre todo al transporte público, los utilitarios urbanos y las motos eléctricas, pero además permitirá acumular la energía producida por fuentes intermitentes como la fotovoltaica y eólica mediante baterías, y el hidrógeno verde.  

Según la CEPAL, en 2021 la Argentina era el segundo país con mayor cantidad de reservas de litio identificados (21,5% del total mundial), por detrás de Bolivia (23,7%), mientras que ocupaba el tercer lugar si sólo se considera la parte de los recursos identificados que pueden extraerse de manera económica con la tecnología disponible (9,8% del total mundial), en este caso por detrás de Chile (41%) y Australia (25,4%).

El 2022 el complejo de litio argentino cerró el año con exportaciones por US$696 millones. De ese monto, el 41% fue vendido a China, el 31% a Japón, el 13% a Corea del Sur, el 9% a Estados Unidos y el 6% a otros destinos. En los últimos años, estos países asiáticos han ganado mercado sobre Estados Unidos, que representaba el 57% de los despachos argentinos de litio en el año 2015 y el 100% en el año 1998, aunque para otros usos que los actuales.

Todos estos países demandan carbonato, cloruro e hidróxido de litio como insumos para el agregado de valor en fábricas que producen precursores, cátodos, celdas de baterías y paquetes de baterías. De acuerdo con el citado centro de estudios, China es el país con mayor capacidad para la producción de cátodos y celdas de baterías, concentrando más del 70% del potencial mundial.

Por eso es que a nivel local, el gigante asiático es uno de los mayores inversores en las diferentes concesiones que están hoy en actividad, y como la demanda mundial de baterías crece geométricamente todos los años, es de esperar que la apuesta china por el litio argentino continúe con más proyectos en el país y ampliación de los existentes.

La situación del litio en Bolivia y Chile es diferente a la local, cada país eligió una estrategia particular para administrar sus yacimientos y no es posible establecer similitudes. Al contrario, se puede decir que los vecinos tomaron caminos casi opuestos entre sí: uno nacionalizó el recurso, mientras que el otro abrió el juego al capital privado internacional casi sin restricciones. 

En la Argentina, la potestad de los recursos mineros es de las provincias, no de la Nación, y desde el Estado sólo se puede actuar como un jugador más, como hace YPF con su división Litio. Por otro lado, el Congreso sancionó leyes de incentivo a las inversiones en el sector para garantizar la seguridad jurídica y fiscal de los millonarios proyectos de mediano y largo plazo en operaciones. 

Es bueno saber que a nivel local se les cobra a las empresas una regalía aproximada del 3% a boca de mina, es decir tal como es extraído, sin transformación, y lo reciben los estados provinciales, así como los ingresos brutos. El Estado nacional sólo tiene injerencia en las políticas macro, como el régimen de inversiones, el control del comercio exterior (cobra derechos de exportación del 4,5%) y las políticas ambientales. 

En el Congreso hay proyectos para declarar al litio como recurso natural estratégico o de interés público nacional, lo que es resistido por los gobiernos locales porque cambiaría el actual marco jurídico, salvo La Rioja que sí lo hizo. Además, como en toda explotación minera, existen conflictos territoriales con pueblos originarios, gran demanda de otros recursos naturales (como el agua) y controversias por el impacto ambiental de las explotaciones.

Sin embargo, y como ocurre con los hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, ante la extraordinaria disponibilidad del hoy llamado oro blanco en el norte argentino, el Gobierno nacional avanza con un plan de industrialización fronteras adentro, de manera de aprovechar la ventana de oportunidad que ofrece el mundo para vender no sólo la materia prima sino celdas y baterías con mano de obra local.

El presidente del directorio de  Y-TEC e YPF Litio, Roberto Salvarezza, ya había anunciado que en septiembre se pondrá en marcha la primera planta de desarrollo tecnológico de celdas y baterías de litio de Latinoamérica, que funcionará en conjunto con la Universidad Nacional de La Plata.

A principios de este año, a partir del trabajo en conjunto de la provincia de Catamarca e Y-TEC, se firmó un convenio por el que la empresa minera estadounidense Livent proveerá el carbonato de litio para abastecer a UNILIB, la planta de transformación del mineral situada en La Plata.

La fábrica tendrá una capacidad de producción anual medida en energía almacenada de 15 MWh, que es el equivalente a 2.000 baterías para almacenamiento estacionario de energías renovables o unas 300 baterías para autos eléctricos.

El mercado global del litio es muy dinámico y más lo es el interés de los operadores globales mineros por acaparar una mayor porción del recurso allí donde se encuentre en abundancia. Esta semana se conoció que la australiana Allkem, compañía con operaciones en el país y quinto productor mundial de litio, consiguió el primer préstamo verde del Banco Mundial destinado a esta actividad y para uno de sus desarrollos locales.

Se trata de una línea de financiamiento de la Corporación Financiera Internacional, miembro del BM, por US$180 millones para su proyecto de minería “greenfield” Sal de Vida en Catamarca, que planea superar el 25% de participación de mujeres en la fuerza laboral y expandir el uso de energía renovable en el proceso de producción al 50% para el 2030. 

En concreto, se espera que el proyecto Sal de Vida logre una producción de 15.000 toneladas  de carbonato de litio anual, en su primera etapa, el suficiente para fabricar unas 400 baterías para autos eléctricos. 

Según voceros de la empresa, la suma de inversión tomada en préstamo se destinará a respaldar la construcción de una planta de salmuera de litio de categoría de batería en el yacimiento y apuntalará la actividad de operación de en el proyecto que se encuentra ubicado a 4.100 msnm en el catamarqueño Salar del Hombre Muerto.

Por Patricio Ballesteros Ledesma

 

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