En medio de una interna, la Confederación General del Trabajo (CGT) definió este miércoles a su nueva dirigencia. El trinvirato estará integrado por Cristian Jerónimo (Vidrio) y Jorge Sola (Seguros), que se sumarían al actual secretario general Octavio Argüello (Camioneros). La Unión Tranviarios Automotor (UTA) rechazó a la nueva dirigencia y decidió dejar la central obrera.

La cumbre sindical se llevó a cabo en el estadio de Obras Sanitarias. En el inicio del encuentro, los más de 2.000 congresales votaron con amplia mayoría continuar con el actual esquema de tres cosecretarios generales. El líder de los gastronómicos, Luis Barrionuevo, buscaba el liderazgo unipersonal. El nombre que surgía en ese marco era el del titular de la UOCRA, Gerardo Martínez, pero la propuesta fue rechazada.
Tras la negociaciones y la votación a secreta, se definió avanzar con el triunvirato integrado por: Cristian Jerónimo (Vidrio) y Jorge Sola (Seguros), que se sumarían al actual secretario general Octavio Argüello (Camioneros), quien ingresó luego de la polémica salida de Pablo Moyano. El secretario general de la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN), Andrés Rodríguez, continuará como secretario adjunto.
La elección de Jerónimo provocó la reacción de un grupo de dirigentes que recordaban su vínculo con Pablo Moyano. En ese marco, el gremio de colectiveros, encabezado por Roberto Fernández, decidió retirarse de la central obrera.
El lider de la UTA se fue del estadio acompañado por Barrionuevo, quien también amenazaba con salirse de la CGT como lo hizo en 2008, cuando conformó la CGT Azul y Blanca.

El cosecretario general saliente, Héctor Daer, informó que el Congreso Nacional Ordinario de la CGT contó con la presencia de más del 90% de los sindicatos confederados. “Seguiremos fortaleciendo la unidad de los trabajadores y trabajadoras frente a quienes pretenden avanzar sobre nuestros derechos”, escribió en sus redes sociales.
El cambio de postura del dirigente mercantil Armando Cavalieri, quien hasta hace pocos días proponía postergar los mandatos, destrabó el conflicto y permitió encaminar el acuerdo. “Está todo cerrado en un 80%”, aseguraron desde su entorno, mientras la expectativa crece por la definición de los últimos detalles.
El actual triunvirato compuesto por Héctor Daer, Carlos Acuña y Octavio Argüello dejará el mando tras cuatro años al frente. Daer ya confirmó que no seguirá en el cargo y advirtió que postergar la elección “podría llevar a la fractura de la CGT”.
La definición de una nueva conducción llega en un momento político y económico complejo, no solo para el país sino también para el peronismo, del cual la CGT históricamente fue columna vertebral. El ascenso del oficialismo libertario envalentonó al presidente Milei, que ya imagina al Congreso avanzando con una reforma laboral orientada a beneficiar al sector empresario. En ese escenario, los gremios debaten el perfil que deberá tener la central para enfrentar los tiempos que vienen.
Durante este año, la CGT mantuvo un bajo perfil frente a las políticas de ajuste y privatización del Gobierno. Muy lejos quedaron las presentaciones judiciales contra el DNU 70/2023, las movilizaciones o los paros que habían marcado los primeros meses de la gestión libertaria. El sector mayoritario apostó por un tono más negociador, especialmente con el entonces ministro Guillermo Francos, aunque sin grandes resultados más allá de una silla en el Consejo de Mayo.
Ese rumbo, sin embargo, generó malestar. De a poco fueron agrupándose los gremios industriales, como la UOM, encabezada por Abel Furlán, y el Smata de Ricardo Pignanelli, junto a sindicatos del transporte y servicios, entre ellos los pilotos de Pablo Biró, los ferroviarios de Omar Maturano y Sergio Sasia, los colectiveros de Roberto Fernández (UTA) y los sectores cercanos a Luis Barrionuevo. Todos comparten la idea de que la central debe recuperar protagonismo y volver a tener presencia en las calles.
El grupo encabezado por Furlán impulsa un perfil más combativo y sostiene que la prioridad debe ser frenar la reforma laboral. Aunque aún no se conocen los detalles del proyecto, el consenso dentro del movimiento obrero es que ningún artículo favorece a los trabajadores. El aceitero Daniel Yofra va un paso más allá y propone “construir un frente sindical independiente de los partidos políticos y de las centrales, que nos posibilite enfrentar a un gobierno de patrones”.
Esta corriente plantea además la necesidad de redactar un programa con objetivos concretos que sirva de base para un modelo de país industrial, productivo y con inclusión, alejado del esquema de ajuste que promueve el Gobierno. Para ellos, la verdadera unidad solo se alcanzará si todos los gremios acuerdan trabajar en torno a ese programa común.
Desde el otro lado, los sindicatos más poderosos, conocidos como los Gordos e Independientes, impulsan mantener el statu quo y priorizar la unidad bajo el formato actual de triunvirato. Los sectores más duros, en cambio, consideran que la CGT debería volver al esquema histórico de secretario general único, aunque no lo plantean como condición excluyente.
Entre las opciones que circulan, hay tres caminos posibles: mantener una sola CGT, avanzar hacia una escisión si no hay acuerdo o definir un cuarto intermedio que permita seguir negociando sin romper. El jefe de la UOCRA, Gerardo Martínez, fue claro al afirmar que el sindicalismo “debe construir acuerdos sin perder derechos”, aunque advirtió: “Cuando se cierra la puerta, el sindicalismo reacciona y hace valer la representación de los trabajadores”.