Devaluación el real en Brasil: Ganadores y perdedores en Argentina

Si bien se genera un abaratamiento de los productos importados desde Brasil, al mismo tiempo se produce una pérdida de competitividad de los sectores exportadores argentinos versus los brasileños que afectaría el ingreso de dólares genuinos al país.

Siempre en un contexto de devaluación de la moneda local aquellos que se ven beneficiados son los sectores exportadores dado que sus productos se abaratan con respecto al del resto de los países, ganando competitividad vía precio, y se ve perjudicado el importador dado que se encarecen sus costos impactando negativamente en el índice de precios generalizado de la económica (aceleración inflacionaria).

Para el caso puntual de devaluación real-dólar, y posicionándonos desde un punto de vista 100% argentino, se podría visualizar tanto un impacto positivo como negativo. El primero de estos se corresponde con un abaratamiento de los productos importados desde Brasil, beneficiando tanto a aquellos que los utilizan para consumo final (por ejemplo, las familias en caso de los alimentos) como aquellas empresas que los utilizan como insumos, generándose de este modo un impacto en los precios internos que favorece la desaceleración inflacionaria. Mientras que, por el lado negativo, se puede destacar una pérdida de competitividad de los sectores exportadores argentinos versus los brasileños que afectaría el ingreso de dólares genuinos al país, aumentando así la presión cambiaria y complicando el sostenimiento de la política cambiaria actual del Gobierno donde se tiene por objetivo un crawling del 2% mensual.

En este sentido, si se observa el tipo de cambio real bilateral con Brasil (índice que mide la competitividad entre países), la moneda local expone una apreciación sostenida desde el mes de febrero y acumula un 44% desde el inicio del año. Por lo tanto, en términos de inversión y dado este contexto, se podrían destacar aquellos sectores cuyos insumos en su mayoría provienen de Brasil y le generen una mejora en su rentabilidad, mientras que los sectores que se verían perjudicados son los exportadores que poseen alta dependencia de un tipo de cambio elevado que les brinde una competitividad internacional adecuada.

¿Por qué el Gobierno se mantiene firme con el "dólar blend" y no cede al pedido de los exportadores de tomar en cuenta el dólar de mercado? 
¿Por qué el Gobierno no decide eliminar retenciones, otro de los pedidos de los exportadores?

Si bien en términos de construcción de relato y declaraciones el entendimiento conceptual del Gobierno disocia la dinámica cambiaria de la inflacionaria, hay una aparente toma de conciencia de la fragilidad macroeconómica actual que lleva a efectuar controles y postergaciones de ciertas liberaciones en pos de evitar mayores costos en términos socioeconómicos.

Las variables que se encuentran vinculadas con la liberación cambiaria y reducción de importaciones son inflación, equilibrio fiscal y nivel de actividad. Esto es, liberar el mercado cambiario dada la escasez de reservas implicaría un salto del dólar que derivaría en un nuevo impulso inflacionario, afectando el principal logro de la gestión actual. A su vez, teniendo en cuenta que el Gobierno ha alcanzado equilibrio fiscal a fuerza de detener obra pública, licuar gastos de seguridad social y suspender ciertos puntos de la cadena de pagos del sector público, afectar la ecuación fiscal reduciendo los ingresos a través de retenciones pondría en una situación compleja al Gobierno también en ese aspecto. En ese sentido, si se prioriza el equilibrio fiscal no habría más alternativa que alcanzarlo a través de una profundización de un ajuste que, sin lugar a dudas, tendría un efecto negativo en materia de actividad económica, frenando la incipiente recuperación o freno en la caída que se estaría aproximando.

En resumen, las acciones de shock en términos fiscales ya fueron realizadas y si bien se han alcanzado ciertos equilibrios, el Gobierno no pareciera tener mucho margen de maniobra como para permitirse descomprimir la ecuación cambiaria y/o fiscal sin que dichas medidas conlleven a un nuevo impulso recesivo que incluso políticamente hablando sea complejo de sostener.

 

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