Elección polarizada en Brasil: Lula y Bolsonaro se enfrentan ante la mirada del mundo

Este domingo serán las elecciones presidenciales y de gobernaciones, quedando para el 30 de octubre una posible segunda vuelta. Las principales encuestas arrojan intención de voto de 47 % para Lula, y 33% para Bolsonaro.

Los brasileños votan desde este domingo por la mañana en las elecciones generales más polarizadas de los últimos 30 años, con el expresidente del PT, Luis Inácio Lula da Silva, como principal candidato a ganar y suceder a su rival Jair Bolsonaro.

Las mesas abrieron puntualmente a las 8 y deberían cerrar a las 17, cuando la Justicia electoral dará inicio al escrutinio, la justicia electoral advirtió que podría dar los primeros resultados a las 20.30 hora local.

Bolsonaro acudió a emitir su voto a primera hora con una camiseta amarilla similar a la de la selección brasilera de fútbol y con asesores envueltos en la bandera de Brasil. 

Según los sondeos previos, Lula está en condiciones de vencer en primera vuelta, pero Bolsonaro asegura que será reelecto por amplio margen. El actual presidente siembra dudas y dijo durante toda la previa que si no gana por 60% de los votos será por fallas en el sistema electoral. 

En total, más de 156 millones de brasileños estaban habilitados para participar de los comicios, en los que se elegirá presidente, los gobernadores de los 27 estados, 21 senadores, 513 diputados federales y más de 1.000 legisladores regionales.

El clima en el que se desarrollan las elecciones es de suma tensión, el contexto esta marcado por una violencia política inédita durante la campaña con enfrentamientos entre militantes y por las amenazas de Bolsonaro, de 67 años, de no reconocer los resultados. En los meses de campaña, tres votantes del Partido de los Trabajadores (PT), de Lula, fueron asesinados durante la campaña por activistas bolsonaristas en los estados de Paraná, Mato Grosso y Ceará, según la policía.

Bolsonaro insistió anoche con que debería ser reelecto al menos con el 60% de los votos, pese a que los más recientes sondeos volvieron a mostrar a Lula no solo arriba, como toda la campaña, sino con el 50% de los votos más uno necesario para evitar el balotaje.

En cadena nacional en la noche del sábado, el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil, Alexandre de Moraes, aseguró que está garantizada la libertad y la seguridad para los votantes.

El nuevo presidente de Brasil gobernará el país más grande y poblado y la mayor economía de Sudamérica -y la cuarta del mundo- durante los próximos cuatro años, desde 2023 a 2026. Lula ya fue presidente dos mandatos, de 2003 a 2010 y Bolsonaro cierra su primer mandato.

  • Con una población alrededor de 212 millones de personas, hay 156 millones de electores habilitados para los comicios de octubre. Este domingo 2 es el primer turno, quedando para el 30 de octubre un eventual balotaje. Este padrón tiene 9,1 millones de votantes más que la última elección de 2018, incluidos 2,1 millones de jóvenes de 16 y 17 años que se inscribieron voluntariamente para votar (el doble que en 2018). Hay 700 mil inscritos para votar en el exterior.
  • Son 11 las candidaturas que participarán de la disputa presidencial. Además de los cargos a presidente y vicepresidente se votan los gobernadores de las 27 unidades de la federación (corre la misma regla de mayoría, de primer turno y eventual balotaje en las mismas fechas), la renovación completa de la Cámara de Diputados, una renovación parcial de la Cámara de Senadores (1/3), y la composición de las Asambleas Legislativas de los Estados.
  • Según Datafolha, el 12 % de los votantes de 2018 decidió su voto el último día antes de la elección. A poco más de una semana de esta nueva contienda, el 80 % ya ha decidido su voto. Sin embargo, en esta elección hay un aspecto agudizado respecto a la anterior, y es que muchos electores se niegan a expresar públicamente su intención de voto (entre los electores de Lula, el 61 % dice tener “cierto miedo” en decir a quién va a votar),en parte debido a la creciente violencia discursiva y las agresiones de los seguidores de Bolsonaro.
  • El pasado lunes, el presidente volvió a agitar el fantasma de fraude desde Londres señalando que, si en segunda vuelta no ganaba por el 60 % de los votos, era porque “algo anormal ocurrió en el Supremo Tribunal Electoral”. Dicho organismo, asimismo, desmintió que las Fuerzas Armadas estuvieran autorizadas a hacer un recuento paralelo, resaltando que sólo le compete a la Justicia Electoral. Las Fuerzas Armadas participarán, junto con otras instituciones como el Ministerio Público y la Orden de los Abogados de Brasil, en el proceso de fiscalización.
  • Cabe recordar que esta es la sexta campaña electoral de Lula: perdió tres (1989, 1994, 1998), ganó dos (2002, 2006); en 2018, cuando comenzaba a recorrer el país, primero le balearon la caravana y luego lo pusieron preso, quitándolo de la contienda.

Últimas proyecciones

  • Según la última encuesta de Datafolha, la más grande hecha por la encuestadora en los últimos meses, Lula presenta condiciones de vencer en el primer turno. Hoy tiene el 47 % de las intenciones de voto, Bolsonaro 33 %, Ciro Gomes 7 % y Simone Tebet 5 %. Traducido a voto válido, Lula obtendría el 50 % de los votos (Bolsonaro un 35 %). De haber segunda vuelta, Lula ganaría con 54 % y Bolsonaro obtendría 38 %. Cabe tener en cuenta que dicha encuestadora ha estimado con precisión los resultados de las últimas dos segundas vueltas (+/-2 %), pero no así en las primeras. En 2018 Bolsonaro obtuvo 6 puntos menos que lo previsto (Haddad 4,3) y en 2014 la encuestadora le dio a Aécio Neves 7,5 puntos más de lo que finalmente obtuvo (y 2,4 puntos más a Dilma).
  • En cuanto a los niveles de rechazo, Bolsonaro tiene un 53 %, mientras que los de Lula son del 38 %. Desagregando, entre las mujeres el rechazo a Bolsonaro es del 56 % (36 % a Lula), el 62 % de los jóvenes declara que “nunca votaría a Bolsonaro”, y entre los más pobres el rechazo a su figura llega a 59 % (la distancia entre los dos candidatos es de 33 %). Si bien Bolsonaro ha mostrado una recuperación en un segmento de 2 a 5 salarios mínimos (donde han impactado algunas medidas que redujeron la inflación, o ciertos subsidios específicos), también es un segmento popular donde suelen verificarse movimientos de “voto útil” de fin de campaña.
  • El crecimiento de Bolsonaro se ha concentrado en dos segmentos: los evangélicos y aquellos electores vinculados con las regiones del agronegocio. En la región Centro-Oeste, Bolsonaro pasó del 37 % a principio de este año a 47 % en septiembre, quedando adelante de Lula por 17 puntos (aunque es la región menos populosa del país, con el 7,5 % del padrón). Entre los evangélicos la diferencia, que era muy pequeña a principio de año, pasó a 10 % en abril, y luego de 16 % pasó a 23 %, con cifras hoy de 50 % a favor de Bolsonaro (y 28 % de Lula). Tener la mitad del voto evangélico, siendo que el 27 % del país se reconoce en esa religión, no es un dato menor, aunque claramente no es definitorio.

El voto útil del final de la campaña electoral

  • La principal apuesta de la candidatura petista para ganar en primera vuelta es poder captar el movimiento de intenciones de voto que ocurre generalmente en la última semana de campaña, esperando que una onda hacia el “voto útil” quite de 2 % a 4 % a las intenciones de Ciro Gomes y Tebet, y estos pasen a Lula. Con ello, el umbral del 50 % de votos válidos se pasaría con claridad. La potencial “afinidad” lulista entre los votantes de Gomes y de Tebet  se respalda en el hecho de que en esos electorados el rechazo a Bolsonaro está por encima del 65 % y que 1 de cada 5 de sus electores admite la posibilidad de “voto útil”.
  • En las dos últimas elecciones presidenciales estas migraciones de último momento ocurrieron. En 2014, días antes del primer turno, los votos migraron de Marina Silva hacia Aécio Neves. En 2018 hubo un “voto útil” por partida doble: en las últimas semanas fueron hacia Bolsonaro los apoyadores de centroderecha de Geraldo Alckmin y Henrique Meirelles, y Fernando Haddad logró más fuerza con migraciones provenientes de la propia Marina Silva y Ciro Gomes.

Hacia un cuadro institucional fragmentado

  • Hace varias legislaturas que el Congreso Nacional se caracteriza por una altísima fragmentación política. El próximo presidente tendrá que interactuar con un Parlamento tan o más fragmentado que el actual. Hay un dato inquietante: de los 513 diputados actuales, 446 se presentan a reelección (un 87 %) incentivados, precisamente, por las transferencias otorgadas por el Poder Ejecutivo para uso discrecional del Congreso (para detener cualquier avance de impeachment en su contra), dejando en el camino un paquete fiscal complejo para el próximo Gobierno y una reorganización de los grupos políticos.
  • El espacio político del MDB, PSDB y otros partidos ha sido desplazado por agremiaciones más directas al propio bolsonarismo como el PL, PP y Republicanos (el principal partido evangélico), 3 de los 4 principales partidos de la Cámara en cantidad de diputados. Así, habrá un bolsonarismo parlamentario en un cuadro de alta dispersión: ninguno de los 27 partidos que hoy tienen representación en la Cámara llega hoy a 1/5 del total, y es muy probable que el próximo domingo se repita. De allí la insistencia de Lula para ampliar y fortalecer (antes de la elección) su base parlamentaria de Gobierno futuro. Las tendencias a nivel de los estados tampoco parecen muy alentadoras: hoy hay 12 partidos diferentes gobernando los 27 estados de la Federación, ninguno de los cuales controla más de 4 estados. Las estimaciones indican un panorama similar después de octubre.