Con el cien por cien de las circunscripciones escrutadas, el bloque conservador obtuvo un 28,6% de los votos y 208 escaños en una Cámara Baja de 630 escaños, y los socialdemócratas (SPD) un 16,4%, su peor resultado en la historia, y 120 mandatos en el Bundestag, lo que les proporciona una mayoría de 328 diputados en total.
Los Verdes, parte de la coalición de Gobierno saliente, pasarán ahora a la oposición, junto con La Izquierda, que remontó con éxito en las últimas semanas y consiguió entrar al Parlamento, algo que no estuvo siempre seguro. Mientras, el socio menor de la coalición tripartita que se quebró en noviembre, dando paso a estas elecciones adelantadas, quedó fuera del Parlamento, al no sobrepasar la barrera del 5% de los votos.
Estas elecciones anticipadas se celebraron tras la caída del gobierno de Scholz. Alemania enfrenta el reto de reactivar su economía tras años de crisis, mientras el avance de la ultraderecha y el impacto de recientes atentados terroristas generan incertidumbre sobre el futuro político del país.
Los atentados influyeron la decisión del electorado
En los días previos a las elecciones, dos ataques perpetrados por extremistas islámicos sacudieron Alemania. En Berlín, un ciudadano español fue apuñalado por un agresor sirio, mientras que en Múnich, un afgano embistió a varias personas con un automóvil.
Estos hechos avivaron el debate sobre el terrorismo y la seguridad, influyendo en el clima político y en la inclinación del electorado.
Más de 59 millones de alemanes fueron convocados a las urnas para elegir a los representantes de la Cámara Baja del Parlamento, el Bundestag, con un mandato de cuatro años.
El sistema electoral alemán permite a cada votante emitir dos sufragios: uno para un partido y otro para un candidato en su distrito, en un modelo mixto de representación. Para obtener escaños, los partidos deben superar el 5% de los votos en la segunda vuelta o ganar al menos tres de los 299 distritos electorales.